domingo, 13 de septiembre de 2009

UNIDAD CUATRO

UNIDAD 4: LA ESCRITURA I
Por: Carlos Alberto Rincón Castellanos
“La escritura es quizás el mayor de los inventos humanos, un invento que une personas,
ciudadanos de épocas distantes que nunca se conocieron entre sí”.
Carl Sagan
“Sin la escritura, el pensamiento escolarizado no pensaría ni podría pensar cómo lo hace, no
sólo cuando está ocupado en escribir, sino incluso normalmente cuando articula sus
pensamientos de manera oral. Más que cualquier otra invención particular, la escritura ha
transformado la conciencia humana”.
Walter J. Ong
“Escribir es, de alguna manera, poner afuera nuestro pensamiento. La escritura expone
nuestro yo. Cuando escribimos logramos asistir a una puesta en escena de nuestra
subjetividad. Gracias a la escritura, hacemos permanentes actos de reconocimiento, de
agnición. Nos convertimos en actores y espectadores de nuestra propia obra”.
Fernando Vásquez Rodríguez
“Por medio de la especulación oral no es posible el desarrollo de la academia y de la ciencia. La
escritura ha de convertirse en práctica reguladora de la comunicación, pues sólo así puede
instaurarse la interlocución académica y científica, y abrirse el camino hacia la generación de
nuevo conocimiento. Es fundamental propiciar condiciones para que se asuma la escritura como
un compromiso ineludible con el saber, sin caer en la información enciclopedista, y como un
testimonio de la sensibilidad académica y del espíritu crítico”.
Fabio Jurado Valencia
“La escritura potencia la acción comunicativa discursiva porque facilita el descentramiento al
separar los enunciados de la situación en que nacen [...] La escritura rompe con la inmediatez
de la situación y obliga a una interpretación en términos del contexto [...] La escritura permite
también visualizar la estructura del lenguaje”.
Antanas Mockus
“Escribir es nacer de nuevo. Darse a luz uno mismo. Recrear el goce. Es, en fin, ser doble ”.
Louis Timbal - Duclaux
“El aprendizaje de la escritura, a semejanza del aprendizaje del arte musical, debe provenir de
una vocación, un llamado al cuerpo pulsional. [...] La escritura debe ser una respuesta del
cuerpo, emanada de los rasgos de carácter, a la convocatoria de civilidad que le hace la
sociedad al sujeto. La escritura no es algo externo, no debe pensarse como algo que hace
parte de los adornos exteriores de una persona. Así como leer no es simplemente vocalizar lo
escrito, escribir debe ir más allá de fraguar frases correctas”.
Rodrigo Navarro Marín
“El habla se genera, principalmente, en relación con una función materna; mientras que la
escritura aparece ligada más con una función paterna”.
Guillermo Bustamante Z.
“Creo que todo el mundo debería escribir, como ejercicio personal, independientemente de
resultados literarios o eventuales publicaciones. Escribir sienta muy bien, es beneficioso para
la salud mental del hombre. De la misma manera que el mutismo intoxica, expresarse, hablar y
escribir, desintoxica”.
Carlos Gumpert
IMPORTANCIA DE LA ESCRITURA
Al igual que lo advertimos con la lectura, también aquí podríamos continuar en forma indefinida
presentando citas para referirnos a la importancia de la escritura. Pero es indispensable que
precisemos desde ya este concepto.
Definimos la escritura como el uso consciente, reflexivo y controlado del código escrito para
generar texto en ausencia de contexto situacional. Esto significa que vamos a incluir en el
concepto de escritura tanto el código escrito como el proceso semiodiscursivo de producción
de diversas clases de textos lingüísticos.1 Es claro, entonces, que cuando hablamos de
escritura no estamos haciendo alusión simplemente al sistema semiótico visual y espacial ni a la
mera realización de unas grafías, o a la ancestral rutina académica de copiar en un cuaderno lo
que está escrito en un libro. Para nosotros, todo acto de escritura auténtica implica siempre
un proceso semiótico, una función semiótica. Sólo esta escritura rompe con la inmediatez del
mundo vital, la trasciende para interpretarla mediante significados indirectamente
relacionados con la base material —cómo negar, además, que este tipo de escritura tiene
efectos sobre la conciencia del sujeto y que está íntimamente ligada a su deseo—.
1 No conservaremos, por consiguiente, la distinción que algunos autores establecen entre escritura y escribir, para
designar con el primer término al código escrito y, con el segundo, al proceso de la composición.
Ahora bien, ese uso consciente, reflexivo y controlado del código escrito implica un
conocimiento de la gramática de la lengua (ortografía, aspectos morfosintácticos, etc.), de los
mecanismos de cohesión del texto (conectivos, referencias, elipsis, puntuación, etc.), de las
diversas formas de coherencia según el tipo de texto, de factores pragmáticos, estilísticos,
retóricos2 e, incluso, de las sutiles convenciones sobre la disposición espacial del texto
(márgenes, espacios en blanco, tamaños de las letras, etc.).
En la adquisición de todo este conocimiento, la lectura desempeña un papel preponderante.
Las investigaciones han demostrado que la competencia lectora es la habilidad lingüística que
más se relaciona con la escritura. Es decir, nuestra capacidad para escribir se desarrolla no
sólo a partir de una instrucción especial y de una práctica sistemática y permanente, sino
también a partir de la lectura, de la comprensión e interpretación de textos escritos. En
definitiva, parece que antes de aprender a escribir debemos aprender a leer.
La escritura es una tecnología dinámica y moderna que ejerce múltiples funciones en nuestra
vida cotidiana (funciones intrapersonales e interpersonales),3 está relacionada con todas las
áreas del ejercicio laboral y con las diversas disciplinas de estudio. Por estar dotada de una
dimensión social, cognitiva y discursiva, es un poderoso instrumento de aprendizaje, de
reflexión y de comunicación, que nos permite desarrollar actividades personales, académicas y
profesionales.
La escritura cambia nuestra forma de comprender el mundo y es un excelente recurso para
aprender a pensar de un modo científico. Con una educación adecuada, sus aspectos técnicos y
metodológicos pueden ser enseñados y aprendidos.
El empleo consciente, reflexivo y sistemático de la escritura desarrolla las capacidades
cognitivas y comunicativas. La escritura potencia la comunicación porque propicia el
descentramiento y objetiva el pensamiento; desvincula los enunciados de la situación de la que
surgen y genera formas de pensamiento más complejas y sostenidas. Además, la escritura hace
posible visualizar la estructura del lenguaje, almacenar conocimiento y liberar la mente del
compromiso de memorizar.
El sujeto que ha aprendido por medio de la escritura a organizar su pensamiento y a
desvincular sus comunicaciones de la inmediatez de la situación en la que se producen, posee
una mayor autonomía y una superior capacidad de análisis y reflexión. Desde luego, lo anterior
debería ser una característica de todos los profesionales universitarios.
2 “El problema retórico está formado por todos los elementos de la situación de comunicación: la audiencia, la relación
con el autor, los roles del emisor y del receptor, el tema del que se habla, el canal, el código, etc. También incluye los
propósitos u objetivos que se traza el autor”. Daniel Cassany, Describir el escribir, Barcelona, Paidós, 1993, p. 149.
3 Para ampliar la información sobre estas funciones, ver Daniel Cassany: “Funciones, representaciones y prácticas de lo
escrito. Algunas consideraciones sobre didáctica de la composición”. p.p. 17-20.
LA PROBLEMÁTICA DE LA ESCRITURA EN LA UNIVERSIDAD
Al exponer la problemática de la escritura podemos resultar redundantes, puesto que ella
marcha paralela y completamente vinculada a la de la lectura:
Los estudiantes universitarios presentan serios problemas relacionados con la construcción
de textos escritos y con la comprensión lectora.
La problemática de la escritura en la universidad se inscribe, obviamente, en una problemática
mucho mayor: en la de los diversos órdenes de la vida sociocultural y política del país y en la de
todo el aparato educativo colombiano.
Un alto índice de analfabetismo funcional ha caracterizado a la comunidad universitaria. Nos
preguntamos: ¿Por qué un enorme porcentaje de estudiantes y profesionales universitarios no
produce textos escritos?
El intento de ofrecer respuestas a este interrogante debe comenzar por un reconocimiento:
en nuestro medio no ha existido, por desgracia, una conciencia categórica del papel
fundamental que la escritura desempeña para el individuo y para la sociedad. Y obviamente
tampoco ha existido esta conciencia de su importancia en el campo educativo, tanto para el
maestro como para el alumno. Incluso, hay quienes aún se resisten a admitir la trascendencia
que el ejercicio de la escritura tiene en el mundo moderno; ingenuamente continúan creyendo
que la escritura es una simple habilidad lingüística, ignoran que ella es soporte y herramienta
imprescindible para la estructuración y el desarrollo pleno de la capacidad de pensamiento
crítico e independiente de todo sujeto letrado, y desconocen su función primordial en los
procesos de construcción y apropiación del conocimiento científico. Se ha generalizado la
perniciosa creencia de que el ejercicio de la escritura es un dominio exclusivo de unos pocos
privilegiados, sujetos dotados de un talento innato y de una particular sensibilidad.
Asimismo, muchos docentes han ignorado con demasiada frecuencia que la adquisición de la
escritura no es un proceso meramente técnico, aislable de las condiciones en que se da:
condiciones de tipo social, individual, textual y pedagógico.
De tipo social: las condiciones del contexto socioeconómico y cultural colombiano no han
permitido un acceso equitativo al acervo cultural de la humanidad, estrechamente vinculado
con la práctica de la lectura y de la escritura.
De tipo individual: no se contraponen a las anteriores sino que las presuponen. La escritura es
una tecnología que tiene efectos innegables en la conciencia de los sujetos. Ella nos brinda la
posibilidad de reestructurar nuestro pensamiento y de visualizar la estructura del lenguaje.
Además, la escritura está muy ligada al deseo del sujeto y a su autoestima. Normalmente, una
persona con una autoestima baja no escribe. Cuando en la academia se habla de asumir la
escritura como un compromiso, se corre el grave riesgo de plantearla como un deber, como una
imposición externa al individuo, como un requisito académico más; y no como una auténtica
respuesta emanada del deseo, de los rasgos del carácter y de variadas necesidades y
compromisos del sujeto.
De tipo textual: vinculadas con el contenido, con el propósito, con la estructura y con la
naturaleza de los textos. Estas condiciones han permitido hablar de exigencias de la escritura
relacionadas con operaciones de alto nivel —todos los subprocesos involucrados en el proceso
de la composición de un texto— y con operaciones de bajo nivel —habilidades secretariales y
de redacción—.
De tipo pedagógico: en la enseñanza de la escritura se ha establecido una distinción entre las
técnicas y las estrategias orientadas a la adquisición del código escrito y las que se vinculan
con el proceso de la composición. Sin embargo, tanto en unas como en otras, en muchos cursos
de español como lengua materna se han cometido desaciertos y excesos, y se han profesado
fanatismos de diversa índole que han contribuido a inhibir aún más el deseo de escribir de los
estudiantes. Y prácticamente todos estos cursos se han desarrollado con una metodología que
ha conducido a programar y a evaluar los escritos de los alumnos como productos terminados, y
no como borradores propios del proceso de la composición.4
Para no extendernos demasiado en estas condiciones, creemos que basados en un enfoque
dinámico, propio de las didácticas procesales de la composición escrita5, y desde una
perspectiva operativa, pragmática y funcional de la lengua, que contemple el lenguaje como una
forma de actividad humana, con hablantes-oyentes-lectores-escritores reales, se pueden
diseñar estrategias efectivas que contribuyan a mejorar la competencia escritural de los
estudiantes, para lo cual el curso de español como lengua materna debe fijarse los siguientes
objetivos generales:
v Ampliar y consolidar la enciclopedia cultural del estudiante, ya que ésta es el supremo
código de la escritura. Nadie puede escribir sobre aquello que no sabe ni comprende.
v Mediante la práctica de la escritura, estimular el desarrollo del pensamiento creativo o
divergente, puesto que la creatividad está estrechamente ligada a dicha práctica.
v Diseñar estrategias que faciliten la producción de textos escritos claros, precisos,
coherentes y adecuados, que sean la demostración de la existencia de un pensamiento
4 Ernest Hemingway comentaba que la última página de Adiós a las armas la reescribió treinta y nueve veces,
simplemente porque creía que cada vez debía organizar mejor las palabras.
5 Estas didácticas parten de la identificación de cinco componentes: 1. COMPONENTE MOTIVACIONAL Y DE
CONTROL GLOBAL (define la meta de un texto, su audiencia, su estilo, etc.). 2. COMPONENTE CONCEPTUAL
(define la estructura conceptual del texto en términos de unidades significativas, organizadas en torno a tópicos, temas,
marcos, etc.). 3. COMPONENTE LEXICAL (proyecta lo conceptual en las expresiones lexicales adecuadas ). 4.
COMPONENTE SINTÁCTICO (0rganiza los componentes anteriores en estructuras sintácticas dotadas de cohesión y
de coherencia). 5. COMPONENTE NOTACIONAL Y ORTOGRÁFICO (permite concretar la expresión escrita del
texto producido).
organizado y de una personalidad sólidamente integrada, con una visión abierta hacia el
futuro, capaz de interactuar con su medio y de servirse de las tecnologías propias del
mundo moderno.
v Emplear el lenguaje de manera monogestionada, sostenida e independiente del contexto de
emisión y producción del discurso.
v Desarrollar conductas metacognitivas sobre los usos del lenguaje escrito.
v Producir un grado de motivación que no sea sólo el despertar del interés por escribir sino
el mantenimiento del gusto por hacerlo. 6
Es cierto que los cursos de español no pueden pretender enseñarle a nadie a ser escritor
profesional —y menos aún de textos literarios—. Pero su propósito final sí debe ser,
retomando las palabras del profesor Villarreal Vásquez (1993: 418), conseguir que los
estudiantes escriban “como personas sólidamente integradas y partícipes con su época, con las
nuevas técnicas y métodos actuales, y con una visión abierta hacia el futuro”.
No estamos muy seguros de haber contestado la pregunta inicial; sin embargo, creemos haber
presentado elementos que, sin lugar a dudas, hacen parte de una respuesta que no es nada
simple. A ese primer interrogante, podemos agregar otro: ¿Quiénes aprenden a escribir? 7
Queremos terminar estas reflexiones sobre la problemática de la escritura en la universidad,
con una cita que alude a una situación inquietante:
“Reflexionando sobre la escritura como registro de la cultura de un pueblo, de una producción
que puede favorecer su independencia, su autonomía, no deja uno de mirar con cierta malicia el
mayor estímulo de algunos organismos internacionales e instituciones nacionales a la promoción
de la lectura y a la investigación de la comprensión de ésta, en relación con el estímulo a la
escritura en cuanto construcción de universos referenciales, emotivos y poéticos; no deja uno
de encontrar en dicho estímulo la voluntad de mantener e incrementar la diferencia entre
pueblos constructores y pueblos consumidores de conocimiento”.8
NOTA : toda la bibliografía de las unidades dedicadas a la escritura aparece al final de
la Unidad 14
6 “Crear hábitos de lectura y escritura” es un objetivo que nos hemos encontrado en muchos programas de español.
Este objetivo convierte la lectura y la escritura en resultados de una acción instructiva del maestro, ajena a los deseos e
intereses del alumno: se debe leer y escribir, independientemente del sentido y del propósito que estas acciones tengan,
puesto que hábito es también cualquier adicción.
7 Las estadísticas de Villarreal Vásquez son muy ilustrativas de la problemática de la escritura: sólo el 5% de los
estudiantes que han pasado por sus cursos aprende a escribir sin un método; el 25% logra aprender mediante algún tipo
de metodología, y el 70% no aprende a escribir en forma aceptable, ni con método ni sin él.
8 Rubén Arboleda Toro, Lengua escrita y rendimiento escolar, En: Guillermo Bustamante y Fabio Jurado (comp.), Entre
la lectura y la escritura, Santafé de Bogotá, Magisterio, 1997, p. 44.

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